¿No hay aterrizaje?
Monthly House View - Marzo 2024 - Descargar aqui
El S&P 500, principal índice bursátil estadounidense, superó la barrera de los 5.000 puntos el 9 de febrero, lo que supone un rendimiento superior al 5% desde principios de año. Los resultados empresariales son mejores de lo esperado y la economía muestra signos increíbles de fortaleza y resistencia. Aunque el mercado esperaba que la creación de empleo se ralentizara hasta situarse por debajo de los 200.000 puestos en enero, la cifra finalmente superó los 350.000. El empleo no pierde fuelle, algo que parece contradictorio, especialmente, cuando la prensa se centra constantemente en los puestos de trabajo que se pierden como consecuencia de la revolución de la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, EE. UU. consigue crear empleo incluso después de despedir a más de 30.000 personas (fuente: Layoffs.fyi) por la IA desde principios de año. De hecho, prácticamente todos los sectores han realizado contrataciones, a excepción de la minería y la extracción de gas. Los fabricantes de productos químicos, por ejemplo, contrataron a casi 7.000 personas en enero, el mayor aumento desde 1990.
El crecimiento real (medido sin la inflación) de EE. UU. se situó en el 3,3% anual en el último trimestre de 2023, mientras que la inflación cayó al 2,6% en diciembre, cerca del objetivo del 2% del banco central. Aunque esta disminución de la inflación sea un poco engañosa, ya que se debe especialmente a partidas volátiles, como los alimentos y la energía, que, al eliminarlos, sitúan la cifra en el 3%. No obstante, la cifra ha llevado a los mercados a prever importantes recortes de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) este año, lo que está avivando el crecimiento estadounidense y los mercados.
Si el crecimiento estadounidense ha aguantado tanto después de la COVID-19, es porque una parte se ha generado a crédito. Mientras que la deuda privada y pública del país casi se ha duplicado en 10 años hasta rozar los 100 billones de dólares, las empresas se enfrentan ahora a un efecto tijera desfavorable: el aumento de los costes con el fin del dinero gratuito (su deuda representa más de 20 billones de dólares) y la ralentización del crecimiento de los beneficios.
Además, el vigor de la actividad manufacturera, impulsada por las medidas de deslocalización de actividades estratégicas (IRA y CHIPS Act for America), pierde fuelle y los líderes del mercado, como TSMC e Intel, aplazan hasta dos años la apertura de fábricas en suelo estadounidense. Las subvenciones prometidas por el Gobierno están tardando en materializarse.
Por el lado de la demanda, el consumo estadounidense muestra una resistencia extraordinaria, alentado por el crecimiento de los salarios reales (medidos sin la inflación), aunque la mayor parte del ahorro adicional acumulado tras la COVID-19 ya se ha gastado. El consumo chino es el que plantea interrogantes en un entorno económico deprimido, en el que la liquidación del gigante inmobiliario Evergrande, ordenada a finales de enero, se suma a la presión negativa.
Es inevitable que existan fuerzas opuestas que actúen sobre el crecimiento estadounidense, y la posible reelección de Donald Trump también podría ser una de ellas. La buena noticia es que, al mostrar ya su actitud provocadora y hablar de introducir aranceles de al menos el 60% sobre los productos chinos, o animar a Rusia a atacar a los países miembros de la OTAN que no cumplan sus objetivos de gasto militar, Trump está incitando a los europeos a reaccionar y a mantenerse unidos.
El motor que, pese a todo, mantendrá su resistencia es la IA. Según la última encuesta de BCG, el 89% de los empresarios consideran que la IA es una de las principales prioridades tecnológicas para 2024. El gasto de capital previsto por el mercado este año ha alcanzado un máximo histórico para los gigantes tecnológicos estadounidenses: casi 300.000 millones de dólares para los “Siete Magníficos”.
Monthly House View, 22/02/2024 - Extracto del Editorial
04 marzo 2024